Julio 6 de 2011
La Constitución del 91, es una señorita que ha recibido en los 20 años que cumplió, el 4 de julio, la no despreciable cifra de 30 reformas; aun así, ésta es de lejos mejor que la de Nuñez y Caro de 1886; monárquica, pues, la soberanía residía en la nación y el jefe de la nación era el presidente, entonces, era el soberano y de hecho, el presidente hasta antes de la reforma de Belisario Betancourt, que permitió la elección popular de alcaldes, nombraba a los gobernadores, quienes a su vez, nombraban a los alcaldes.
La Constitución de 1991 está basada en reconocer que la soberanía reside en el pueblo y en últimas es el soberano y el poder nace de él, reconociéndonos entonces como un Estado Social de Derecho.
Ésta nueva carta que consta de 380 artículos, trae cosas novedosas que aún los colombianos no hemos empleado en su totalidad, los 70 constitucionalistas que la trabajaron al lado de los cuatro desmovilizados de los grupos alzados en armas que actuaron con voz, pero sin voto, hicieron una extraordinaria constitución, orgullo para el mundo. Todo está reglado allí y hoy aún se siguen desarrollando sus artículos a la luz de las leyes que se van produciendo.
Esa Asamblea Nacional Constituyente, convocada por estudiantes universitarios en un país que ya no resistía más el desorden institucional, nos entregó esta Constitución, que entre otras cosas podemos señalar, nos dejó: La tutela, la Fiscalía General de la Nación, la descentralización, la Vicepresidencia, las libertades de culto, expresión, y de conciencia, la Defensoría del Pueblo, la autonomía del Banco de la República y mucho más.
Definitivamente, ésta constitución que fue pensada para lograr la sana convivencia, tal como reza en su artículo 2, es de lejos mejor que la de 1886.
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