Por:
Luis Hermes Ruiz
Noviembre
10 de 2013
La
masacre ocurrida en la ciudad de Cali en la noche del sábado 9 de noviembre,
prende las alarmas del enfrenamiento de bandas organizadas que pugnan por el
territorio del microtragráfico y las
zonas de venta y consumo.
Los
ocho muertos en el bar “La Barra la 44”,
son resultado del enfrentamiento entre
las bandas delictivas la 39 y la 40; donde la 39, cobraba venganza contra esta
ultima especialmente contra su cabeza, conocido como “TK”.
El General Jorge Nieto,
Director de Seguridad Ciudadana de la Policía, expresó que en el crimen se utilizó una pistola
Glock, acondicionada para 30 tiros, que tuvo sus papeles en regla hasta el año 2004 cuando su dueño fue
asesinado; dicha arma había sido incautada en Bogotá, luego en Medellín y Cali.
La pregunta que nos
hacemos es, como puede ser posible que un arma incautada en Bogotá, vuelve a la calle; esa misma, se
incauta en Medellín y vuelva a la calle, luego, la incautan en Cali y sólo cuando
mata a varias personas, se dan cuenta de
esa irregularidad. Cuantas actuaciones de esta naturaleza han ocurrido en el
lugar donde se guardan las armas incautadas sin que las autoridades competentes
o bien tengan noticias o guarden silencio.
Cali, con una tasa de
homicidios de 70 por cada 100 mil habitantes,
causa alarma en materia de seguridad en razón de ser ésta, de las más
altas del país; es necesario trabajar muy fuerte sobre las bandas organizadas
que se han tomado la ciudad colocando zozobra y miedo en la población inerme.
El Señor Alcalde pide el
desarme, ¿De quienes? No puede ser de aquellos con armas con salvoconducto porque esas,
están censadas y vigiladas por el
Estado. El desarme seria para la gran cantidad que sin permiso portan: las bacrim,
las bandas organizadas, los sicarios, los ladrones, los pandilleros, en fin,
todos aquellos que le hacen daño a
nuestra ciudad.
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